Deleitándome con la oscuridad que me rodea {Libre}

Suspiro aliviado, finalmente cómodo con su alrededor, cuando se aseguró que el territorio cercano a ellos estaba libre de enemigos como criaturas mágicas molestas o peligrosa, se pudo tranquilizar y relajarse. Bajo la varita después de escuchar atentamente al joven de último año, levantó una ceja con curiosidad.

Camino apurado hacia un tronco, cerca del lugar donde se encontraba su inesperado nuevo acompañante nocturno. Se escucharon unos apenas inaudibles sonidos al romperse las hojas secas debajo de sus zapatos.

— Tengo que decirte que es un curioso lugar para venir a relajarse. — susurró el muchacho sentándose allí, cerca del contrario, hablo sin ningún dejo de burla en la voz, pues era algo conocido que los gustos del contrario casi en la mayoría de las veces era  lo opuesto que de los de Rabastan.

Cerró los ojos, imitando a su amigo, como si eso fuera a funcionar para su persona. Los abrió rápidamente, negó con la cabeza, sonriéndole levemente mientras apoyaba completamente su espalda sobre el tronco de un frondoso árbol que se encontraba justo detrás suyo. Alrededor de la madera se podía ver como una enredadera cubría su superficie con unas diminutas florcitas con seis pétalos amarillos. Justo al lado del castaño había un largo brazo, lleno de esas flores y con su varita tocó los pétalos de una de ellas, jugando como un niño sin hacer ruido, al no ser observado no se sentía juzgado de ninguna manera por su actitud. Susurró algunas palabras en voz baja y las flores se iluminaron de a poco, una luz no lo suficientemente fuerte para atraer a una criatura del bosque pero lo suficientemente alta como reconfortar al menor. Esa pequeña planta lo ayudaba mas de lo que hubiera pensado considerando la situación

— No, está tan mal pero no es mi estilo — admitió el Slytherin. Aunque siendo francos, en general sus métodos para relajarse eran considerados  pocos ortodoxos por cualquier persona... ¿Cuál es la palabra correcta para definirlos? ¿Extraños? Mmm...no. ¿Inusuales? Si, esa puede ser. ¿Y qué opinas de explosivos? ¡Esa es!¡Perfecto!. No había nada más entretenido y relajante para el joven que dejar salir afuera su ira, normalmente, en forma de hechizos y explosiones, destruyendo todo a su paso y practicando el tiro al blanco con algunos objetivos.

Desgraciadamente, en la escuela de magia y hechizeria Hogwarts, esas prácticas no eran muy apreciadas. Estaba seguro que ni sus profesores, o compañeros de habitación estarían muy de acuerdo con sus formas de relajarse. Estaba seguro que era un aspecto de su personalidad que solo su amigo conocía de él, más de una ocasión cuando estaban solos o estaba enfadado le había dicho textualmente y sin pelos en la lengua "Por Merlin, lo que daría por romper algo en la cabeza de ese idiota", para luego tranquilizarse y recordarse que eso sería extremadamente poco práctico o muy Gryffindor de su parte y de inmediato, como si hubieran tirado un balde de agua fría en su propia cabeza, esa llama de fuego llamada irá se consumía en ese mismo instante.

Últimamente, con las peleas con su hermano, sobre las cuales el noventa y nueve porciento de las veces, discutian sobre la mayor de las Black, Rabastan necesitaba con desesperación otra forma de relajarse; si no el castillo iba a estallar en un día de estos. Lo más cercano que pudo encontrar fue un largo paseo por el bosque prohibido. Ese año, no había sido seleccionado Prefecto, así que estar afuera a l altas horas de la noche no era precisamente lo más seguro, pero tampoco lo era para el castillo que este Slytherin estuviera de mal humor.

Tal por eso era tan buen golpeador, todo su energía en su corriente sanguíneo se focalizaba en el campo de batalla, corrección, quiero decir en el campo de Quidditch.

— Ya es de noche. Mmm... y todavía no quiero volver. — confesó el chico mirando hacia arriba, poco a poco el cielo iba cambiando su color y las estrellas con lentitud decidieron acompañarlos a los dos Slytherin noctámbulos — No queremos perder más puntos. ¿Podrías perdonar a tu pobre amigo, que se ha perdido... — pregunto acentuando en la palabra de "pobre" con exageración y descaro, como si el mismo fuera una dulce y tierno animalito asustado. Y por último agrego con diversión — ....aunque sea solo está vez? —

Al terminar de escuchar al contrario, no pudo evitar parpadear repetidas veces, levemente sorprendido por la pregunta tan acertada de su compañero de casa. Deslizó una de sus piernas sobre el tronco y colocando su codo sobre su rodilla y dejando la otra colgando siguió hablando — ¿Acaso soy tan obvio?— pregunto curioso el menor de los Slytherin, dejando de jugar con la flor amarilla.

— No le digas así— refunfuño levemente molesto con el que sabía era un simple comentario sin herirlo — Aunque tienes toda la razón, sabes...Desde que está con la chica Black ya no lo reconozco — comento el menor.

Normalmente Rabastan, era un chico poco cariñoso, pues siempre desde pequeño se le había enseñado que mostrar afecto era una muestra de debilidad, sinónimo de ser endeble y sentimental. Sin embargo, estando junto al joven Ludwig siempre había actuado diferente, más tranquilo y relajado. El mayor no parecía juzgarlo con la misma intensidad que su entorno familiar. Podríamos decir que el alemán era el única persona que conocía la verdadera personalidad del castaño o algo incluso más peculiar todavía, el ciego era el único que conocía a un Rabastan relajado y que bajaba la guardia. Un aspecto de su personalidad que ni su hermano mayor ha presenciado hasta el momento.

Ciertamente, el extranjero jamas vió ni una sola de sus expresiones, pero si hubiera tenido la capacidad, se habría dado cuenta que las sonrisas que el chico le brindaba eran sinceras, a diferencia de las sonrisas falsas o aburridas que solía otorgarle a sus todos sus camaradas de Slytherin.

Se aventó a preguntar sus dudas con el contrario— Ludwig ¿Tu...qué opinas de la chica Black? Ya que tu compartes clases con ella y Rodolphus... ¿Cómo los ves? — levantó su rostro hacia el chico, por costumbre suya de mirar fijamente a la persona con la que conversaba. Sus ojos azules algo cansados fijos en los suaves ambarinos.

Rabastan era un año más pequeño que él, y aunque los Black y los Lestrange se conocían desde hace mucho tiempo, el castaño solo tenía más contacto con la rubia "Cissy" como todos la llamaban, la menor de las tres hermanas y Regulus o "Reggie" como solía llamar cariñosamente al hermano menor del único Black sorteado a la casa de los leones.